Soy Marisol Sales Giménez. Mi nombre, que recuerda más bien a épocas anteriores y no a una chica de mi edad, viene dado en honor a mi abuela. Muchos de mis amigos me llaman Sol, aunque siempre he preferido que se refieran a mí por mi nombre completo. Nací en Valencia el 18 de agosto del 2000 por lo que estoy acostumbrada a que el aire acondicionado sople las velas por mí. Desde hace años resido en Madrid, a la que suelo llamar mi ciudad adoptiva, ya que vine para estudiar, pero me quedé por amor a ella. Por amar Madrid.
Actualmente me defino como escritora, periodista, conferenciante y soy redactora de la revista Telos (Fundación Telefónica). Porque por encima de amar Madrid y Valencia y a Marisol por encima de Sol, amo las letras. Las letras son mi pareja de baile desde que tengo 12 años y como es un acompañante que no me pisa los pies al avanzar, me agarra de la cintura fuertemente y me susurra que tome aire… sospecho que daré todos mis pasos de su mano. Hasta el último de ellos.
Mi pareja de baile y yo nos conocimos entre los deberes que mi profesora de lengua mandó cuando estaba en primero de la ESO. Aunque a mí me costó reconocer que sería mi acompañante para toda la vida, sé que ella me reconoció nada más escribir la primera frase. La escritura, no mi profesora. Esa redacción, cuya única finalidad era que practicáramos nuestra expresión escrita, se convirtió en el mayor giro que había dado mi vida hasta ese momento. Esa redacción era el primer capítulo de mi primera novela: La Noche Roja. Esta novela es la que inicia la saga Las Crónicas del Ángel, tetralogía que completan La Vindicta, El Retorno y En Su Nombre. Empecé a publicar en 2014 con la editorial Bohodón Ediciones que ha sido la que ha editado toda la saga.
A los años de escribir mi primera novela, un niño rubio con gafas y el sueño de ser un gran mago se coló entre mis pensamientos: Pablo. Este niño inquieto, imaginativo, sensible y que por encima de todo quiere con locura a su gata Kisi, es el protagonista de mi primer cuento infantil que edita Ediciones Llum de Lluna: ¿QUÉ HAY EN LA CHISTERA? Esta historia, dedicada a los más pequeños de la casa, me permitió viajar de nuevo a mi más tierna infancia y me permitió volver a poner en valor las cosas más sencillas de nuestro alrededor.
En 2020 Algar editó Incendio en la nieve, mi novela más personal hasta el momento. Envueltos por una distopía con muchos trazos de realidad, Shailene nos cuenta su historia de amor imposible, su lucha para lograr descubrir sus orígenes y su rebeldía ante un sistema que la ahoga, anula y oprime.
En ese mismo año, en 2020, mientras todos estábamos pendientes del virus que lo puso todo patas arriba, me refugié entre las páginas de lo que acabaría siendo la bilogía de Las cenizas del último fénix. Encontrarme con Meiv, la protagonista de la saga, cambió por completo mi manera de escribir y de relacionarme con la página en blanco. Su historia me absorbió por completo durante años. Tanto es así que sé que una parte de mí nunca saldrá del bosque de Tundra.
Viajé en el tiempo con Angelina Beltrán en mi colaboración en el libro solidario 30 mujeres fascinantes en la historia de Valencia y aporté mi granito de arena en la reivindicación de la filosofía en las aulas en Per què filosofía?
Siempre me ha costado elegir un favorito de cada categoría. No tengo color favorito, ni estación del año favorita, ni Beatle preferido. Tengo referentes, autores a los que admiro. Me maravilla William Shakespeare, sobre todo en la atención a los pequeños detalles. Agatha Christie y su maestría resolviendo crímenes de la manera más sorprendente. Edgar Allan Poe en su ritmo, musicalidad, en la creación de auras de tensión. Ernest Hemingway con sus técnicas y métodos para escribir. Federico García Lorca por tantas cosas que no sabría ni describir.
Además, durante muchos años he impartido charlas en colegios e institutos (principalmente) para motivar a escribir y leer. Sobre eso mismo versó mi último reportaje presentado en mi universidad, la Carlos III de Madrid. Consideré que era una buena manera de cerrar el ciclo: hablando sobre el fomento de la lectura entre los más jóvenes en mi Trabajo de Fin de Grado. Desde ese día la gente ya no se refiere a mí como “estudiante de periodismo” sino como “periodista”, algo que me abruma y emociona a partes iguales.
Llegado este punto me doy cuenta de que estoy tan enamorada de las letras que ni siquiera hace falta mencionar la palabra “pasión” para poder describirlo.